En Chacarita, Barrio de Asunción, en la rivera del río, en una casita humilde vive la sra. Angélica, que tiene tres hijas de edades adolescentes y la más pequeña, concurre al 6to. Grado de la escuela Elisa Alicia Lynch.
Ella participó del taller que dimos en la escuela, dirigido a padres de alumnos en el marco del Proyecto “Educa con amor, Educa sin Violencia”, financiado por el Ayuntamiento de Elche, España. Fue el 29 de Mayo de 2017.
La actividad fue participativa, se habló de la violencia, de cómo se forma una persona violenta, las causas y consecuencias de la misma, haciendo énfasis en las consecuencias a largo plazo de los efectos de la violencia en todas sus formas.
De la necesidad de tomar conciencia de la gravedad del tema y cortar con esa cadena de transmisión del modo de crianza violento que se da de generación en generación.
La participación era muy buena, había cerca de 60 personas. Ellas opinaban y asentían con la cabeza. Estaban muy atentas a lo que se decía, a los videos, a lo que se compartía.
Cuando terminamos el taller, la sra. Angélica se acercó a contarme su historia de maltratos y de violencia cuando era muy chica. Su madre había ejercido esta forma de crianza con tal virulencia, que le había dejado cicatrices en las piernas y rodillas. Ella levantó su pollera y me mostró las que tenia, eran varias. Luego me dijo que se sintió muy identificada con lo que fuimos nombrando en el taller, que todo eso ella experimentó y que cuanto tuvo a su primera hija, ella decidió que nunca iba a pegar ni a ser violenta con sus hijas y así fue. No les pegó ni fue violenta jamás. Como resultado, sus hijas son muy aplicadas, obedientes y cariñosas.
Ella da testimonio de que una crianza con amor, puede lograr personas pacíficas, amorosas y responsables. Está muy orgullosa de su decisión, que comparte con su marido y ambos son padres respetuosos de sus hijas.
Sin embargo, no puede eliminar de su rostro la tristeza de una infancia marcada por el dolor, el miedo y la soledad.